Es cierto que cuando Salinger nació estaba muy reciente en
América la crisis del 29, también conocida como “el crack del 29”, marcada por
una caída brutal de la bolsa que arruinó al país y provocó, incluso, suicidios
desde el edificio de la bolsa de Nueva York; pero este hecho no influyó en su
educación ya que su familia contaba con una posición acomodada.
Es innegable, por tanto, que el hecho socio-político que más
influyó en Salinger y también en la mitad del s. XX fue la Segunda Guerra
Mundial: este conflicto comenzó en1939 con la invasión alemana a Polonia –
Alemania pretendía conquistar Europa y construir un gran imperio- y duró hasta 1945,
(si bien EEUU entró en el conflicto a partir de 1942, previo ataque de los
japoneses a la base militar de Pearl Harbor), dividiendo a casi la totalidad de
nuestro planeta en dos bandos: los aliados y las potencias del eje. La crueldad
de esta guerra hizo que se la catalogara como el conflicto más mortífero de la
historia, conseguido por el empleo de armas nucleares como en los bombardeos a
Hiroshima y Nagasaki, por el número de civiles que mueren en el Holocausto nazi…
La rendición de las potencias del eje se produjo en 1945, venciendo así el
bando de los aliados.
Tras este conflicto internacional se creó la ONU,
Organización de Naciones Unidas que tiene la finalidad de promover la cooperación
entre los distintos países y evitar otro conflicto de semejantes dimensiones.
Las consecuencias a nivel cultural se vieron reflejadas en
las obras, las cuales llegan a ser casi monotemáticas, ya que los autores
pretenden reflejar el estado de su nación tras el conflicto, cómo lo vivieron,
a quiénes perdieron, cómo podrán superarlo…En el caso de Salinger, quien participó en la guerra de
forma activa como militar y con la que quedó profundamente marcado (estrés
postraumático), el reflejo en sus obras es notable: tanto en Un día perfecto
para el pez banana como en Para Esmé, con amor y sordidez, es un soldado traumatizado
el protagonista.
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