El contexto de
Kafka viene marcado por la crisis finisecular europea y por las agitaciones y
conflictos que en él se dan. Así, Kafka vive la I Guerra Mundial, (1914-1918),
si bien no participa directamente en ella como ya hemos señalado; la Revolución
rusa: En medio del conflicto bélico se
proclama la Revolución bolchevique liderada por Lenin que terminará con la
caída y asesinato del zar Nicolás II y la instauración de un régimen comunista;
en 1918
se proclama a Checoslovaquia como país independiente y a Masaryk como primer
presidente del gobierno; y el crack del
29, con la caída de la bolsa de Nueva York.
Tras su muerte
se suceden la II Guerra Mundial y la “guerra fría”. En esta época también
destacan los avances tecnológicos, los descubrimientos y la evolución, surgen
nuevas formas de pensamiento: el marxismo, que aboga por la igualdad de clases;
el psicoanálisis de Freud, quien estudiaba el subconsciente; y el
existencialismo de Sartre, donde se refleja lo absurdo de la vida humana.
En literatura
se ve todo esto reflejado en las obras que reflejan a personajes con crisis
existenciales, visión angustiosa del hombre, reflejo de problemas sociales y de
las nuevas corrientes de pensamiento. La novela pasa por distintos cambios,
evolucionando de la experimentación en la que Kafka y Proust son los
precursores, la renovación de técnicas narrativas de la mano de la “generación
perdida” en Estados Unidos.
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